• La denuncia fue interpuesta ante el agente del Ministerio Público de la entonces PGJ para que se investigara el caso.

Hace casi 40 años, la Cruz Roja sufrió lo impensable. Un robo millonario. Los delincuentes interceptaron a la ambulancia que conducía el empleado administrativo y en la cual acudió al banco a retirar el dinero destinado para el pago de la nómina de los trabajadores de la benemérita institución. Al intentar evitar el asalto, el hombre fue golpeado salvajemente hasta que perdió el conocimiento.

Era el 13 de octubre de 1985, cuando Gerardo García Castillo, acudió a Banca Confía, ubicada en la avenida 3 Poniente y calle 3 Sur.

Aquel día, a las 10:45 horas y como cada quincena, el empleado administrativo subió a la ambulancia con número económico 13 para dirigirse a la referida institución bancaria.

“Cuando llegó a dichas oficinas, detuvo la unidad en la avenida 3 Poniente y se bajó por las bolsas de dinero, las cuales le fueron entregadas. Una vez que cubrió todos los requisitos de firmar de recibido, tomó el dinero y salió hacia la ambulancia”, se describe en la nota periodística de aquella época.

Ya en la unidad médica, Gerardo escondió el dinero y después, condujo hacia la central de la Cruz Roja; en el transcurso, fue interceptado por dos delincuentes que le cerraron el paso, situación que el afectado pasó por desaparecida al creer que solo se trataba de un incidente vial.

“Cuando llegaba a la esquina de la calle 5 Sur, se le atravesaron dos sujetos, por lo que, tuvo que detener la marcha, pensando que se trataba de unos descuidados, por lo que no le dio mucha importancia y esperó a que se quitaran del paso para seguir su marcha”, se lee en las páginas de La Voz de Puebla, el cual era un diario vespertino perteneciente a esta casa editorial.

Aprovechando la distracción de su víctima, uno de los delincuentes abrió la portezuela de la ambulancia, de forma violenta. El asaltante amagó al agraviado con una pistola y le advirtió que no tratara de llamar la atención, pues de lo contrario, lo matarían. 

El trabajador de la Cruz Roja fue sometido para que revelara dónde llevaba el dinero que poco antes había retirado, pero el hombre trató de ocultarlo y dijo que él andaba en servicio. A manera de súplica, el varón pidió que lo dejaran seguir su camino y llegar al llamada de auxilio.

Pese a lo anterior, el asaltante quitó del volante al agraviado y le abrió la puerta a su cómplice, quien subió, también con una pistola en mano.

Los hampones buscaron por toda la ambulancia hasta que encontraron las bolsas de dinero. El descubrimiento generó molestia en los delincuentes, quienes al confirmar que estaban siendo engañados, enfurecieron y golpearon a su víctima.

“viendo con coraje al conductor de la ambulancia dijeron: ‘¿no que no traías dinero?; ahora vas a ver lo que es bueno’. Y de inmediato lo empezaron a golpear, bajándolo de la camioneta y ya en la banqueta le siguieron pegando hasta que se cansaron, dejándolo casi inconsciente sobre la banqueta y emprendieron la huida, corriendo y perdiéndose entra la gente que empezaba a ‘arremolinarse’ para curiosear lo que ocurría”, describe la nota del hecho.

Después de quedar tirado en la vía pública, el trabajador de la institución de ayuda fue auxiliado por una persona que le preguntó si necesitaba apoyo.

Gerardo respondió que lo llevarán a Banca Confía, pero en el camino perdió el conocimiento. En el banco, los trabajadores llamaron a la Cruz Roja y avisaron lo ocurrido.

“Una vez en las oficinas bancarias los empleados de dicho lugar llamaron a la Cruz Roja para avisarles que habían asaltado a su compañero y que su ambulancia estaba parada en la esquina de la avenida 3 Poniente y calle 5 Sur, por lo que, llegó otra unidad por su compañero, quien fue internado en la benemérita institución debido a los golpes que sufrió, mientras que la ambulancia se la llevaron otros de sus compañeros”, señala la publicación.

Tras lo sucedido, la denuncia fue interpuesta ante el agente del Ministerio Público de la entonces Procuraduría General de Justicia para que se investigara el caso.

“Por su parte, los directivos de la institución, más tarde y una vez enterados de lo ocurrido, presentaron la denuncia correspondiente a fin de que se logre dar con los responsables de este delito. Con esto se demuestra que el hampa es el dueño de las calles y que no hay quién los detenga, no tienen compasión ni de las instituciones que se dedican a brindar ayuda a quien lo necesita”, concluyó la nota.

Ese día quedó marcado para la institución y sus trabajadores, quienes terminaron sin el pago de su nómina.

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